Llevo encerrada en mi casa, siete días. No he dormido muy bien. Me despierto en la madrugada sin poder concebir el sueño otra vez o al menos no inmediatamente. Para cuando me levanto en la mañana, estoy cansada. Mi rutina siempre ha sido muy normal y hasta aburrida. Cuando recuerdo lo bueno que es estirarse antes de poner los pies en el suelo, lo hago; pero no se me da con mucha frecuencia. Voy directo al baño, hago pis, me lavo las manos, cara y me cepillo los dientes. Acto seguido, voy a la cocina y enciendo la cafetera, si es que no la han encendido ya. Eso es todo.
Ahora hago exactamente lo mismo pero me llevo un spray lleno de alcohol y un poco de agua,(ésta para hacer que me rinda un poco más). Voy haciéndole splash a cada pomo de las puertas, a cada suitche de luz y a veces a cada superficie que se me atraviese por ahí. Remato con uno en cada mano y si estoy descalza (que lo estoy) en cada uno de mis pies. Quiero pensar que es una locura temporal. Que forma parte de una paranoia pasajera que en cualquier momento, dejaré atrás. Soy una persona tranquila y disfruto mucho de estar en mi casa. No soy de salir mucho. No suelo aburrirme con facilidad y me llevo muy bien conmigo misma. Para mí, tener que sobrellevar el hecho de no salir, no es un problema. Puedo permanecer en silencio por horas. No me pican los pies por salir y estar en la calle como otros. Me relaja, me da paz, me siento cómoda cuando estoy en casa. Pero ahora es diferente. Me siento a salvo pero eso no es lo mismo que sentirme cómoda. Uso mi splash a diestra y siniestra como un arma desinfectadora de gérmenes invasores y volátiles que se apoderan de todo mi espacio provocándome pánico si se me ocurriese estornudar, toser o sentir aunque sea un leve escozor de garganta. Es como no estar en casa. Y eso no está bien.
Ahora hago exactamente lo mismo pero me llevo un spray lleno de alcohol y un poco de agua,(ésta para hacer que me rinda un poco más). Voy haciéndole splash a cada pomo de las puertas, a cada suitche de luz y a veces a cada superficie que se me atraviese por ahí. Remato con uno en cada mano y si estoy descalza (que lo estoy) en cada uno de mis pies. Quiero pensar que es una locura temporal. Que forma parte de una paranoia pasajera que en cualquier momento, dejaré atrás. Soy una persona tranquila y disfruto mucho de estar en mi casa. No soy de salir mucho. No suelo aburrirme con facilidad y me llevo muy bien conmigo misma. Para mí, tener que sobrellevar el hecho de no salir, no es un problema. Puedo permanecer en silencio por horas. No me pican los pies por salir y estar en la calle como otros. Me relaja, me da paz, me siento cómoda cuando estoy en casa. Pero ahora es diferente. Me siento a salvo pero eso no es lo mismo que sentirme cómoda. Uso mi splash a diestra y siniestra como un arma desinfectadora de gérmenes invasores y volátiles que se apoderan de todo mi espacio provocándome pánico si se me ocurriese estornudar, toser o sentir aunque sea un leve escozor de garganta. Es como no estar en casa. Y eso no está bien.
No tengo miedo. Por alguna razón, no tengo miedo (me pareció importante recalcarlo). Me siento la protagonista de una película. La apocalíptica, la de ficción científica o ciencia ficción pero sin la ficción y con mucha inconciencia: El mundo entra en caos por un error humano intencional o no. (algo que ahora no importa pero luego veremos en los análisis explicativos). Muchos lograremos superarlo (y me incluyo con intención y alevosía porque soy la protagonista)pero otros tantos no, así que pasa a ser un filme trágico que a la vez, te brinda momentos de lucidez y gran sentido del humor. Es Hermosa por su fotografía y por la actuación sincera y amable de sus estrellas. Tiene mucho de musical. Hay cantos, bailes y si, mucho desconcierto. Sin embargo, es muy triste en su esencia. Es ruda, es densa, muy densa. Pesada, con mucho drama y con un grado de violencia que no se percibe en escenas de lucha sino más bien en desazón y otro tipo de estallido. Despierta el miedo de muchos, algo que causa terror. E increíblemente es muy al estilo oeste por aquello de “cuéntame una de vaqueros”, y porque definitivamente hay mucho alcohol de por medio. ¿Su final? No, no es un final feliz. No puede serlo después de todo lo que hemos visto. Si acaso será un alivio cuando llegue a su final. Pero tiene moraleja. Esa que cada uno de nosotros, debe saber interpretar y de la que prefiero no hacer spoiler porque creo que este tipo de aprendizajes es tan personal que vale la pena que cada quien lo cuente a su manera. Cuídense mucho. Cuidémonos todos. Los quiero mucho.